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Mostrando las entradas de julio, 2020

El gato

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El niño de la familia era un idiota, así como todos en ella. Solía subir a la terraza de su casa, para ver al gato de sus vecinos. Era un gato hermoso, completamente gris, de ojos miel, aunque un poco flaco. El niño lo veía beber el agua que quedaba atrapada con cada lluvia sobre un plástico negro. Comenzó a alimentarlo, le lanzaba las croquetas de su perro, y lo llamaba animándolo a subir por la pared. Un día el gato se subió, y fue atrapado por el niño. El niño le mostró el gato a su papá y a su mamá, que se alegraron al verlo, y le permitieron quedárselo. Ese mismo día el niño se aburrió del gato, y lo dejó para ir a jugar con su consola de videojuegos. El perro que tenían era un pitbull agresivo, que en cuanto se dio cuenta de que nadie cuidaba ni al gato ni a él, se precipitó y lo agarró con su mandíbula asesina. Lo zarandeó varias veces, y lo lanzaba por el aire para esperar a que caiga y volver a morderle el cuello. La familia de idiotas no hizo nada, salvo esperar hasta que...

Creencias

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Era lunes por la mañana, una avioneta cayó y se estrelló contra una casa. No sobrevivió ningún pasajero, salvo el piloto. El avión había explotado y fue abrasado por las llamas, junto con parte de la casa. Tampoco sobrevivió la habitante de la casa, una señora de 72 años. Ella estaba justo en el lado de la casa que fue impactado por la aeronave. Pudo haberse salvado. Cabe mencionar que entre los pasajeros se encontraban dos familias. La del piloto, que estaba conformada por su esposa y su hijo de dos años. La otra tenía un niño, pero de doce años. Días antes vinieron a la casa de Joe unos religiosos, de los que andan de puerta en puerta. Iban con frecuencia a visitarlo, pero Joe estaba harto de ellos: -Yo creo en un dios panteísta-dijo con ironía y arrogancia-. De acuerdo a lo que creo, dios es todo, y todo es parte de él. Yo soy parte de dios, así como mi auto, el que ustedes pueden ver detrás suyo. El dios en que creo no quiere nada, y lo que hace lo hace porque no tiene otra opc...

Mina de sapiencia

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Robert era un cuarentón, su aspecto estaba descuidado, la barba era abundante y larga. Vivía en una cabaña, en Groenlandia. Era la última persona que existía en el mundo. Todos habían desaparecido, y no sabía por qué. Y no había libros, ni uno solo. No había bases de datos, no había ordenadores, salvo el suyo.  Comprendía que con su muerte el conocimiento también moriría. Por ello, sentía la necesidad de rescatar una parte, aunque fuera pequeña, de los descubrimientos y de lo que sabía la humanidad hasta entonces. Por alguna razón, en su cabaña, había un ordenador, y una impresora con bastante papel. Había montañas de papel para imprimir. Así, no faltándole nada, comenzó a escribir. Escribió sobre lógica, física cuántica, medicina, psicología, matemática, filosofía. Dedicó todo el tiempo que le quedaba a dejar evidencia de que hubo personas. Arte, historia, música, pintura. Escribió todo cuanto se le ocurría. Pero su muerte era inminente. Estaba enfermo desde que empezó ha escribir...

Lección de empatía

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Patricia y Ramiro son dos hermanos de ocho años. Viven con su abuelo, José. Patricia es tierna y amable. Por el contrario, Ramiro es abusivo y cruel. Él la molesta mucho a su hermana. Ella tiene tres muñecas. Son muy hermosas, son grandes, y Patricia las quiere demasiado. Ramiro tiene cachorros snauzer, tres también, y hermosísimos. No obstante, él la molesta demasiado, y un día se sobrepasó.  Entró a la habitación de Patricia, con cuidado para no ser visto. Busco las muñecas, las encontró rápido, puesto que eran grandes. El muy malvado les cortó la cabeza. “¡Paty, ven! -le gritó, desde la habitación. Paty estaba abajo en la sala conversando muy cortésmente con su abuelo, y al escuchar el llamado de su hermano, ambos decidieron subir a ver qué quería. Entraron en la habitación, y se llevaron un gran susto, al ver en el suelo tiradas las muñecas. Ella se derrumbó y comenzó a sollozar mientras que su hermano se reía, y el abuelo al ver esto se horrorizó. Se le ocurrió al abuelo darle...

Arrepentimiento

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Mi hijo acababa de nacer y unos días más tarde vino a la casa. Mi esposa y yo teníamos un perro snauzer, muy hermoso, muy gracioso, negrito y chiquito. Los chiquitos, por lo general, son los más agresivos. El nuestro se llamaba Bruno. Era una ternurita. Admito que mordía a nuestras visitas, e incluso a otros perros, más grandes que él.  Un día, oímos gritos espantosos de nuestro bebé, lo que era inexplicable en ese momento, pues acababa de comer y había empezado a dormir profundamente. Subimos al segundo piso donde estaba su habitación. Entramos y nos encontramos al perro mordiéndole la cara. Se había subido a un mueble, que por cierto no estaba tan cerca de la cuna. Bruno desde encima del mueble y acercándose todo cuanto pudo a la cuna se había precipitado contra el niño. Cuando se lo quitamos de encima, el rostro estaba cubierto de sangre y tenía pedazos de piel desprendida. Sobre todo, le había dejado una larga herida, que le atravesaba todo el lado izquierdo del rostro.  M...