El gato
El niño de la familia era un idiota, así como todos en ella.
Solía subir a la terraza de su casa, para ver al gato de sus vecinos. Era un
gato hermoso, completamente gris, de ojos miel, aunque un poco flaco. El niño
lo veía beber el agua que quedaba atrapada con cada lluvia sobre un plástico
negro. Comenzó a alimentarlo, le lanzaba las croquetas de su perro, y lo
llamaba animándolo a subir por la pared. Un día el gato se subió, y fue
atrapado por el niño. El niño le mostró el gato a su papá y a su mamá, que se
alegraron al verlo, y le permitieron quedárselo.
Ese mismo día el niño se aburrió del gato, y lo dejó para ir
a jugar con su consola de videojuegos. El perro que tenían era un pitbull
agresivo, que en cuanto se dio cuenta de que nadie cuidaba ni al gato ni a él,
se precipitó y lo agarró con su mandíbula asesina. Lo zarandeó varias veces, y
lo lanzaba por el aire para esperar a que caiga y volver a morderle el cuello.
La familia de idiotas no hizo nada, salvo esperar hasta que el perro lo dejara.
El gato quedó tirado, muerto sobre el suelo de la sala, y bañado en sangre. Ya
iban a recogerlo y ponerlo en una funda de basura negra, pero el niño,
impresionado por la imagen que miraba del gato, se percató de que movía la
pancita.
Atentos al gato tras el grito de su hijo, los idiotas le
pusieron atención. Vieron el azar de la cola. Estiró las extremidades, y abrió
sus ojos. Se incorporó y empezó a lamerse los brazos empapados de su sangre.
Los idiotas estaban estupefactos. Ya no le permitieron al perro atacar al gato.
Pero el perro era más listo que ellos. El perro se las ingeniaba para engañar a
sus dueños, y atrapar a su presa. Fueron nueve veces las que el perro pudo
asesinar al gato, y nueve las que el gato pudo resucitar.
Un día los legítimos dueños tocaron la puerta de los
idiotas. Eran una chica y un viejo, pero el viejo era el escandaloso. Clamaba
por la devolución de su gato, y los idiotas se hacían los desentendidos. El
viejo sabía que estaba ahí su animal, y harto de ser visto como un tonto,
pronunció en voz alta “Veni ad me, animalis”. Los idiotas se quedaron atónitos al
ver que el gato voló hasta la mano del viejo. Entonces el viejo salió
rápidamente de ahí mientras los amenazaba: “Nos enteraremos si abren la boca
sobre lo que aquí ocurrió. Mejor no se arriesguen”.
El viejo era mágico, y acostumbraba a practicar la magia
negra. Tenía poderes, uno de los cuales era el de atraer objetos hacia él. Por
eso, el gato fue atraído en cuanto el viejo pronunció esas palabras, que, por
cierto, estaban en latín antiguo. Con magia el viejo pudo conseguir a la chica
tan despampanante que llevaba como esposa. Por otro lado, el gato era usado
como sacrificio para sus rituales. El viejo necesitaba un gato bonito y gris,
los demás no le servirían, y como un gato así era difícil de conseguir, llevó a
cabo un encantamiento para hacerlo inmortal. El gato era sacrificado una y otra
vez, y una y otra vez debía de pasar por el sufrimiento de ser atravesado por
el cuchillo del viejo.
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